Entre las calles del barrio de Ciutat Vella, en el centro de Barcelona, se encuentra la instalación Deuce Coop del artista James Turrell. Situada en una de las entradas del Centro Cívico Convent Sant Agustí, desde hace años espera paciente a que su sutil pero intenso juego de luces sea descubierto por los ciudadanos.
Pasado y presente de Deuce Coop
Deuce Coop, la joya desconocida de James Turrell, se instaló en Barcelona dentro del programa de la Olimpiada Cultural para 1992, con motivo de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Entre las distintas actividades figuraba la iniciativa Esculturas en espacios públicos en el barrio de la Ribera, con participación de artistas contemporáneos de renombre internacional.
Desconocemos si el lugar fue ofrecido al artista californiano o fue él mismo quien eligió ese singular espacio que sirve de puerta de entrada al claustro gótico del Convent Sant Agustí, pero si tenemos la certeza que gracias a la habilitación de este edificio histórico como equipamiento cultural para el barrio en 1998, la instalación de James Turrell quedó abierta al público.
A pesar de que la instalación da la bienvenida al centro cívico por una calle conocida y transitada, es completamente desconocida incluso para aquellos ciudadanos que usan habitualmente el espacio cultural. Solo algunos turistas conocedores del arte de James Turrell se acercan ocasionalmente hasta el convento para admirar esta pequeña obra.
Pero también es cierto que la luz coloreada de Deuce Coop atrae tanto a ocasionales espectadores que desconocen estar dentro de una experiencia inmersiva de James Turrell, como a turistas que marcan esta visita como un punto indispensable en su programa de viaje.
Contextura de Deuce Coop
Deuce Coop forma parte de la serie que el artista llama Tunnels. Su singularidad radica en la transformación de un lugar de paso, ya que los túneles igual que los pasillos se diseñan como conexiones entre puntos, en un sensorial espacio de contemplación.
La instalación se construye con paredes de pladur blanco que permiten esconder el muro de piedra y fluorescentes de los tres colores primarios: azul, magenta y amarillo. La luz discurre a lo largo de dos pasillos que convergen en un punto central donde la luz roja del pasaje horizontal se filtran de un lado a otro a través de un óculo que intercambia la luz rojiza con la azul según el lugar donde uno se encuentra.
Sumirse en la sensorialidad del color
El arco de la entrada recibe al espectador con el amarillo brillante que recuerda al sol. Desde la calle, un techo azul converge con ese óculo magenta que varía su intensidad según el momento del anochecer en el que uno contempla la obra.
La luz azul que recorre la bóveda cae como una especie de niebla sobre el espectador. Un azul intenso que se transforma casi en púrpura y que muta en múltiples tonalidades cuanto más se prolonga la contemplación.
Al avanzar por el pasillo, el azul acompaña hasta llegar al segundo arco amarillo que da entrada al magenta. Una luz intensa, con presencia que demanda de unos instantes para acostumbrar la mirada. Pasados unos segundos el color envuelve al espectador.
Deuce Coop produce una conexión al lugar mediante la luz coloreada. Esta requiere de un estar presente y logra que el tiempo parezca expandirse.
Descubrir la ocasión
Deuce Coop es cielo y tierra, la luz inunda los sentidos del espectador y afecta la forma en que se percibe. Invita a reflexionar sobre el modo en que construimos y sentimos la realidad en la que vivimos, despertando en nosotros una vivencia inmersiva trascendental.
La primera impresión de un simple pasillo de acceso, de un lugar de paso, se transforma por el efecto serendípico que causa en el visitante atravesar esa puerta, ya que la luz espera a ser descubierta, experimentada. Deuce Coop regala la ocasión de descubrir las cualidades inmateriales de la luz y de vivir su magnetismo. Es una joya inmersiva casi desconocida, que pasa desapercibida y que aguarda a ser finalmente descubierta.