La escultura La Piedad Invertida o La Madre Muerta (2013) de la artista granadina Marina Vargas, condensa una emoción quebrada, generando una obra de significados inacabables. Una pieza que exhibe junto a otras de la artista hasta el 5 de mayo en el Museo Thyssen.
Conmover el instante eterno
La pieza La Piedad Invertida o La Madre Muerta se compone de dos esculturas que invierten, doblemente, la tradicional Pietà de Miguel Ángel. Ambas representan el mismo motivo, pero material, disposición y narrativa introducen variaciones que dialogan para componer un todo que activa la reflexión desde la conmoción.
Una de las esculturas es blanca, está sobre el suelo y se agrieta; la otra, negra, está suspendida boca abajo; ambas constituyen una verticalidad que desafía la horizontalidad, transita entre cielo y tierra, entre lo eterno y lo efímero.
En el conjunto blanco, dolor, sacrificio y experiencia agrietan el cuerpo y parecen abrir y dejar al descubierto una interioridad otra de dolor y silencio perpetuado por la historia. En la pieza negra, suspendida en el aire -dominio del espíritu- todo permanece inquebrantable y eterno, liberado de dolor, muerte y culpa.
Efectismo lumínico
La riqueza simbólica y reflexiva de La piedad invertida o la Madre Muerta se acompaña por una disposición lumínica que enfatiza la sinergia del conjunto. El juego de luces y sombras, recupera el poder del claroscuro barroco, subrayando lo extático del rostro de María. La luz enmarca el conjunto, pero a la vez, mientras el espectador lo ronda en contemplación, parece disolverlo en aquellos lugares donde la luz resplandece. Así, encontramos una materia que mediante el juego lumínico también dialoga en esa dualidad de lo eterno y lo efímero.
Liberar el peso histórico establecido sobre lo femenino
La Pietà Invertida o La Madre Muerta tiene en su configurarse un terreno infinito de lecturas que se renuevan en cada contemplar y dialogar. Entre ellas encontramos un conjunto que nos habla sobre el silenciamiento histórico de las mujeres en la religión. Vargas no solo desafía la imagen de la Pietá de Miguel Ángel, sino que, al hacerlo, activa la reflexión sobre el tradicional papel de la mujer como portadora de sufrimiento. Al mismo tiempo, reconoce la vulnerabilidad humana, pero también el poder transformador de la muerte.
Asimismo, esta reinterpretación de la clásica imagen también invierte los roles: en lugar de ser María quien sostiene a Jesús, es ella quien muere, con un rostro casi extático, mientras que Jesús, sostiene el cuerpo de su madre. En esta narrativa Vargas condensa, en el tiempo detenido, la liberación del dolor, una conmoción estática.
De esta manera, reparar la mirada en este conjunto es abrir la reflexión de la tradición desde un espectador que se conmueve. Desde ese estado, el espectador puede cuestionar las verdades dogmáticas que aceptamos como tradición y que sin percatarnos configuran nuestro modo de ser en el mundo. Piedad invertida o la Madre Muerta nos propone replantearnos nuestro con-vivir en el mundo desde otras perspectivas que pasan, por poner en el centro, al invertir los roles de la escultura, la entrega y sacrificio del género femenino. Siguiendo esta narrativa la escultura es una invitación a liberarse del peso histórico y de las asociaciones y creencias ligadas históricamente a las mujeres, para dejarlas suspendidas y poder re-generar lugares otros desde el mover y el emocionar que en la esencia, contiene el conjunto de la artista granadina.
La pieza que forma parte de exposición Marina Vargas: Revelaciones, itinerará al Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro (México)
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