El pasado 22 y 23 de octubre se realizó en la población de Caspana la instalación efímera “Mensaje en una Botella”, desarrollada por Vibralight y coordinada por el arquitecto Jaime Díaz Villalobos, ambos miembros de la fundación Pangea.
La instalación se desarrolló en el contexto del seminario andino “Pueblos Indígenas, saberes y desafíos en el siglo XXI”, organizado por el Departamento Andino de la Ilustre Municipalidad de Calama en colaboración con el programa Servicio País de la Fundación para la superación de la pobreza.
Caspana es una localidad chilena, ubicada a 85 kilómetros al norte de la ciudad de Calama, en la provincia de El Loa. Se encuentra en la pre-puna andina a una altitud de 3300 metros. Su origen se pierde en el origen del hombre atacameño. Caspana, en lengua Kunsa significa «hijos de la hondonada».
La comunidad mantiene vivas ancestrales costumbres desconocidas para el visitante. Es parte de la red de senderos del Qhapaq Ñam o «camino del Inca» recientemente declarado patrimonio de la humanidad. La idea de la instalación “Mensaje en una Botella”, busca instalar en el centro del pueblo un soporte para que asistentes al seminario y lugareños compartan un anhelo un deseo o un sueño para el pueblo o el territorio.
La instalación se inicia colgando 100 botellas de vidrios en la pérgola, ubicada en el centro de la plaza del pueblo, siendo el lugar más visible y concurrido. Estas 100 botellas tienen en su interior una fuente lumínica cálida (led funcionando a batería) y sal del desierto de Atacama que cumple la función de difusor. A medida que comienza a anochecer comienzan a aparecer las 100 botellas iluminadas.
Ya de noche, la pérgola que cotidianamente desaparece en la oscuridad, aparece rodeada de puntos luminosos. Se rompe lo cotidiano y la pérgola se convierte en un referente nocturno donde los participantes se reúnen.
Estando ya reunidos, se invita a cada asistente a escribir un pequeño mensaje, intensión o anhelo para el pueblo y sus habitantes, que deben introducir en alguna botella vacía. Así, lo que se convirtió en un lugar de encuentro, ahora se convierte en un contenedor de lo que cada uno desea.
Estos 100 mensajes, intensiones o deseos permanecieron toda la noche encendidos, presentes en el centro del pueblo, y como dijo uno de los asistentes… “…para que los abuelos los puedan leer y nos escuchen…”
Al día siguiente se reúne nuevamente a los asistentes, esta vez para que retiren una botella con un mensaje, diferente al propio, y llevarlo consigo.
De esta forma, un mensaje anónimo es leído por otro y se transforma en un regalo y un sueño compartido.
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