La exposición “Mirall” del reconocido artista catalán Jaume Plensa se ha inaugurado en la Llotja de Palma, un monumento gótico que data del siglo XV. Plensa ha presentado dos impresionantes esculturas metálicas que se miran de frente, Invisible Laura e Invisible Rui Rui, que parecen flotar en el aire y que invitan a la contemplación y el silencio. En este contexto histórico y artístico, la iluminación juega un papel fundamental en la creación de una atmósfera que complementa y realza la experiencia del espectador.
La intervención artística es muy sencilla y a la vez muy potente: dos esculturas “invisibles”, como dice Jaume Plensa, que son unas mallas hechas de acero inoxidable modeladas manualmente a partir de escáneres 3D de las piezas originales. Su transformación a redes es artesanal, y su filigrana técnica, que es muy especial, desaparece para dar paso a unas piezas ligeras, casi transparentes, con una presencia inquietante. Las piezas a exponer, dos esculturas de más de 7 metros de altura, están suspendidas del techo sin tocar el suelo.
La luz como protagonista
Desde el primer momento, la intervención de Jordi Moya de ILM BCN ha sido esencial para lograr una iluminación que no solo destaca las esculturas, sino que también respeta la esencia del espacio. A nivel lumínico el reto era claro: «como hacer una iluminación que ayude a entender y disfrutar de las piezas, que las realce y ponga en valor, y a la vez que no nos plantee una desnaturalización de su presencia ni situaciones de deslumbramientos o incomodidades a la hora de disfrutar de la instalación», subraya Moya.
Además, luces y esculturas se alinean en un mismo eje que refuerza el concepto de espejo y de simetría con el que juega esta instalación, creando una conexión visual que profundiza el significado de la obra. La propuesta de iluminación se centra en un enfoque minimalista pero impactante. Con solo cuatro proyectores —dos para cada escultura— se busca crear un ambiente íntimo que realce la delicadeza de las piezas. La elección de una temperatura de color de 5700 K destaca el acero inoxidable de las esculturas, mientras que la distribución zenital de la luz ayuda a evitar deslumbramientos, asegurando un confort visual óptimo para los visitantes
La intervención de Moya no se limita a iluminar las esculturas, sino que también transforma el espacio circundante. A medida que la noche se instala, los reflejos de las esculturas en los grandes ventanales de la Llotja crean un diálogo fascinante entre el interior y el exterior.
Las esculturas parecen flotar y se convierten en parte del paisaje urbano, atrayendo la atención de los transeúntes y convirtiendo la Llotja en un punto focal de la ciudad.
Una experiencia visual en evolución
La magia de la iluminación se hace evidente cuando se apagan las luces del día. Con cada ajuste realizado durante la programación de la instalación, se revelan nuevos matices y efectos visuales que hacen que las esculturas cobren vida. Los reflejos en los vidrios del edificio transforman el espacio en un entorno etéreo, donde las obras de Plensa no solo ocupan un lugar físico, sino que también invitan a la reflexión sobre la relación entre el arte, el espectador y el entorno.
La colaboración entre Plensa, el equipo técnico y los diseñadores de iluminación ha dado lugar a una instalación que va más allá de la mera exhibición de esculturas. “Mirall” se convierte en un espacio donde el arte y la luz se entrelazan, creando una experiencia sensorial que invita a los visitantes a sumergirse en el mundo de la creación artística.
La exposición puede visitarse hasta el 15 de febrero de 2025.
Imágenes cedidas por Jordi Moya
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