Recorrer las calles del Poblenou de Barcelona no volverá a ser lo mismo tras haber vivido la maravillosa experiencia del festival Llum BCN. Este barrio industrial con su aire tecnológico, su arquitectura y espacialidad, se transformó durante tres días en el escenario perfecto para que los artistas y estudiantes participantes nos regalasen su mirada única, a través de la luz.
A las siete de la tarde, cuando comenzaba el festival, se encendía la magia. El recorrido fácil de seguir y la proximidad de las instalaciones, junto a las 190.000 personas que convocó, alteraban el espacio urbano, dando vida al paisaje nocturno.
Las instalaciones artísticas invitaban a sumergirse en mundos imaginarios, creando en cada uno de nosotros su propia experiencia lumínica. A todos nos llamaban la atención distintos puntos del recorrido, viviéndolos de manera diferente, descubriendo la inmensa capacidad de la luz.
La luz es capaz de crear ambientes efímeros impensados, haciendo material lo inmaterial y despertando una nueva visión para interactuar y poder disfrutar de la experiencia. El contexto del Poblenou fue el telón de fondo ideal. Los muros de los edificios, las calles, los espacios interiores, cada rincón, permitió materializar la creatividad con recursos todos ellos válidos.
Instalaciones lumínicas, proyecciones y espectáculos audiovisuales fueron capaces de convocar a numerosos ciudadanos que recorrieron el barrio y que, a pesar del frío, no se detuvieron y lo disfrutaron. Porque Llum BCN es un festival pensado para los habitantes de la ciudad, para que la puedan redescubrir bajo el poder transformador de la luz.
La luz y el uso de la tecnología se presentaron con más de cuarenta instalaciones de artistas y estudiantes de escuelas de diseño de Barcelona, haciéndonos vibrar, sensibilizándonos y, sobretodo, haciéndonos reflexionar sobre la importancia de la luz en el espacio público y en nuestra vida cotidiana.
Poblenou, no volverá a ser el mismo, deja en cada uno de nosotros, una experiencia nueva. Y en nuestra memoria, el recuerdo de haber vivido una noche mágica, llena de luz y creatividad.